Brecha hídrica en México, espejo de las desigualdades sociales: CIGAMX
En México, el acceso al agua potable se ha convertido en un espejo de las desigualdades sociales más profundas. Un ejemplo es la ciudad de Tijuana, donde, mientras algunas familias abren la llave y pagan 20 pesos por metro cúbico de agua y puede gastar hasta mil 200 litros al día, mientras que otras, en las periferias urbanas, desembolsan hasta 500 pesos por metro cúbico porque la compra en barriles y utilizan 50 litros al día, opinó José Carmelo Zavala Álvarez, director del Centro de Innovación y Gestión Ambiental México A.C. (CIGAMX).
Destacó que esta brecha no sólo revela una injusticia económica, sino una fractura ambiental y social que pone en entredicho el cumplimiento del derecho humano al agua.
Al inaugurar la edición 131 del Seminario Permanente para el Desarrollo Sustentable, Zavala subrayó que el agua representa salud, vida y bienestar, pero también refleja las profundas desigualdades del país.
“Hay personas que viven con apenas 50 litros de agua al día, en la misma ciudad donde otros gastan 1200 litros. ¿No es acaso este un tema de justicia, de justicia ambiental y también de justicia social en torno al agua? Sin duda, este enfoque de derechos humanos nos da mucha luz para analizar: ¿dónde queda entonces el derecho humano al agua?”, cuestionó.
Durante la exposición del tema “Las 7 C del Derecho Humano al Agua”, el expositor invitado, Francisco Jalomo Aguirre, coordinador y creador del Diplomado Internacional en Desarrollo Sustentable y Derecho Ambiental, coincidió en que estas brechas revelan una estructura institucional que no ha logrado garantizar la equidad. Recordó que, aunque el derecho al agua se incorporó a la Constitución en 2012, su cumplimiento aún enfrenta limitaciones históricas.
Mientras que para la ingeniera química Jessica Castañeda Castillo, moderadora del seminario, los promedios nacionales suelen ocultar realidades alarmantes. “Los indicadores hablan de más del 90% de cobertura, pero en estados como Guerrero esta apenas supera el 25%. En comunidades como San Quintín, Baja California, la crisis es cotidiana”, señaló.
Por su parte, Jalomo Aguirre propuso su modelo del “Reloj de las 7 C”, que mide el derecho humano al agua desde siete dimensiones: calidad, cobertura, costo justo, cultura y educación, conciencia, continuidad y cantidad. Con ello busca ir más allá de la cobertura y visibilizar las desigualdades estructurales.
Uno de los planteamientos más profundos del investigador fue abandonar la visión mercantil del agua. “El agua no es un recurso, es un elemento vital. No se vende, se comparte; no se explota, se respeta”, expresó.


