Decretar o no decretar, el dilema
Por René Valenzuela
Mucho he escuchado en los últimos años entre personas conocidas y conversaciones de pasillo por accidente sobre la importancia de decretar las cosas. Decretar es definido como el acto de decidir, mandar u ordenar algo. Y esto me hace pensar en cómo en ocasiones ponemos nuestra felicidad en el universo esperando que este se conmueva por nosotros y, por si fuera poco, seguimos una serie de pautas a seguir a fin de que nuestro decreto se cumpla.
Para mi sorpresa, descubrí que estos decretos, tienen que reunir ciertas características específicas para que se cumplan, por ejemplo: Pedir de manera concreta, hacerlo en positivo, cuantificable y algunos otros elementos que el universo caprichoso requiere a fin de dar trámite a nuestros deseos.
Este tipo de pensamiento ha proliferado últimamente gracias a libros que prometen enseñarnos a través de su “secreto” una vida plena, abundante y feliz, basado en su famosa “ley de atracción”.
Lamento arruinarles el día, pero el mundo o el universo no funcionan de esta manera. Estas partículas de materia que existen a nuestro alrededor y que adornan los cielos de noche y han sido inspiración de artistas pictóricos y poetas enamorados, sigue representando un enigma por su vasta inmensidad, pero no existen para cumplir nuestros más íntimos anhelos.
En cambio, a donde si podemos recurrir, es al fruto de nuestro propio esfuerzo y con ello, hacernos protagonistas de nuestros resultados.
De hecho, el psicoterapeuta cognitivo conductual Rafael Santandreu describe en su libro “El arte de no amargarse la vida” que para realizar nuestros objetivos es mejor desear moderadamente, adquirir las habilidades necesarias para lograrlo, trabajar bastante y tener un poco de suerte. Las dos condiciones intermedias son las más importantes: adquirir habilidades y trabajar. Y, aun así, muchas veces, no lo conseguiremos.
Por su parte, el Dr. Christian Barnard en la joya de poema que escribió titulado “el éxito comienza con el pensamiento”, nos alienta y genera una aproximación que considero valiosa en el tema de alcanzar nuestros objetivos y propone una interesante e inspiradora fórmula que te invito a leer y meditar.
Pero claro, a la gran mayoría de nosotros no nos gustarán este tipo de afirmaciones y preferiremos consagrarnos al siempre bien amado efecto placebo de seguir pensando que los misterios del universo han sido develados para nosotros, están a nuestro alcance, y solo basta con “decretarlo”, antes que generar los resultados en base a los méritos propios. Para ello, quisiera evocar la famosa frase del escritor Mark Twain la cual dice: “Es más fácil engañar a la gente, que convencerlos de que han sido engañados”.
Aquí diría una entrañable amiga: “duro, pero justo”.
De nada servirán esas recomendaciones de “vibrar alto” (lo que sea que eso signifique) si no desarrollamos buenos hábitos, nos disciplinamos y dejamos de sabotearnos para alcanzar nuestros objetivos.
Muchas de esas personas que desean salir adelante, y ponen todo su empeño en hacerlo, desconocen que tienen limitaciones como ansiedad generalizada debido a una serie de situaciones ajenas a ellos o problemas para terminar lo que se proponen, porque desconocen que tienen un déficit de atención, y que, por más que se esfuerzan y decretan, los resultados simplemente no se hacen llegar. Y no quisiera que esto se leyera como una forma simplista de patologizar a las personas que no alcanzan sus objetivos (decir que tienen una enfermedad mental), aunque en muchos casos, seguramente se beneficiarían de los recursos que ofrece la medicina moderna (psiquiatría) y una buena atención psicológica con un terapeuta basado en evidencias (psicólogo formado con psicología científica).
Pensar y vivir con afirmaciones positivas todo el tiempo, es algo irreal y que es más probable que fomente el fracaso antes que alcanzar el éxito deseado cuando se trata de personas que tienen un pobre auto concepto, ya que tienden a generar un efecto negativo, ¿por qué? Porque se vuelven una declaración forzada y acartonada de frases vacías y sin contenido por carecer de una serie de estrategias necesaria que nos acerquen a la meta.
Pero un momento, la idea no es que eliminemos de tajo las afirmaciones positivas. Mejor, permíteme mostrarte una serie de pautas que si pueden ayudarte.
Evita compararte
Las personas que están más absortas en redes sociales tienden a generar un efecto negativo en su percepción de éxito y fracaso. A este tipo de pensamiento le llamamos, pensamiento dicotómico o polarizado, y surge cuando solo vemos esa única forma de percibir la realidad, en términos de todo o nada. Seguramente nos sentiremos mejor con nosotros mismos si somos capaces de reconocer nuestros logros y los obstáculos que hemos tenido que sortear para llegar a donde estamos.
Para cerrar este tema de la comparación, te propongo la siguiente frase atribuida al famoso escritor inglés, William Shakespeare “lloré cuando no tenía zapatos, pero dejé de llorar cuando vi a un hombre sin piernas, la vida está llena de bendiciones, a veces no la valoramos”. ¿Ves a lo que me refiero?
Empieza a aceptar cumplidos
Las personas con pobre auto concepto tienen dificultades para aceptar comentarios positivos. Y esto surge porque no nos consideramos suficientes y pensamos constantemente que, sin importar nuestros resultados, éstos, son y seguirán siendo mediocres. Si el elogio contradice nuestra visión negativa de nosotros mismos, lo rechazamos.
Permítete generar una mentalidad, en la cual aceptar cumplidos no solo es bueno, sino que refuerzan la idea de que los resultados de nuestro esfuerzo pueden ser valorados. En cambio, si sigues pensando que solo lo dicen por quedar bien y que no lo mereces, seguirás perpetuando la idea negativa que tienes sobre ti.
Practica la autoaceptación
Nos sentiremos mejor con nosotros mismos si empezamos a aceptarnos más allá de nuestros comportamientos. No queremos seguir tomando malas decisiones, pero el punto es que puedes aceptarte a ti mismo incluso si no aceptas tus acciones pasadas.
Cultiva relaciones positivas
Tómate el tiempo para cultivar relaciones en las que sientas que te respetan, valoran cuidan y orientan sin sentir que te juzgan. Contar con una red de apoyo con estas características es imprescindible para cargar baterías cuando las cosas no marchan como quisiéramos.
Por último, evita el perfeccionismo, ya te contaré más adelante sobre lo nocivo y engañoso que puede llegar a ser.